Hermana, jardín, espina
Claudio Archubi
En Hermana, jardín, espina, libro que obtuvo el Segundo premio nacional de poesía en el concurso “Horacio Armani” de la Fundación Victoria Ocampo y Mención de honor en el primer concurso de poesía 2021 de Vuelo de quimera, el sujeto lírico rememora la infancia buscando el aura de los días y la toca, por un instante, en cada línea. En el libro los sustantivos trasmutan y se vuelven metáfora viva, resurrección de los muertos, de la niñez y sus visiones
lúdicas.
AUTOR: Claudio Archubi
NÚMERO DE PÁGINAS: 88 p.
FORMATO: 20 X 16 CM.
AÑO DE EDICIÓN: 2023
ISBN: 978-987-48380-7-0
COLECCIÓN: Astrolabio
Acerca del libro...
En Hermana, jardín, espina, libro que obtuvo el Segundo premio nacional de poesía en el concurso “Horacio Armani” de la Fundación Victoria Ocampo y Mención de honor en el primer concurso de poesía 2021 de Vuelo de quimera, el sujeto lírico rememora la infancia buscando el aura de los días y la toca, por un instante, en cada línea. En el libro los sustantivos trasmutan y se vuelven metáfora viva, resurrección de los muertos, de la niñez y sus visiones lúdicas. La espina es el cuerpo de la lengua poética, la columna vertebral, el río que, subiendo, encuentra un cauce para componer un poemario fabuloso, en su doble sentido: mágico y extraordinario, “De la Nada subía la infancia. / Subía por la espina del día.”
La infancia es nave muy rápida. La memoria no.
La poesía se atreve a decir en la modestia lo que ninguna otra voz se atreve a confiar al sanguinario Tiempo. Ayuda también al instinto en perdición. En este movimiento, adviene que un vocablo desnudado se dé vuelta en el viento de la palabra.
René Char, Sobre la poesía
En este hermoso libro de Claudio Archubi las imágenes parecen fílmicas, en la duración más propia (como el cuarto de Virginia Woolf) que compromete lo personal, lo familiar, lo íntimo. El poeta escribe sin eludir la pregunta que también es la potencia de la lírica: quién dice yo en el poema y sabiendo que es un desafío irresoluble. El yo se sabe inasible y dislocado en tanto forma vacía, ya que es un médium despreocupado por hallar la respuesta acerca del origen de esa voz que enuncia: “Abrí mi soledad como una antigua caja. Vi el rastro de semillas que / perdieron nuestros muñecos rellenos, rasgados por el tiempo. / ¿Cómo era?, les pregunté ¿Cómo era la verdad?”
El sujeto lírico rememora la infancia buscando el aura de los días y la toca, por un instante, en cada línea. En Hermana, jardín, espina es posible el viaje utópico donde la experiencia se recupera intacta a pesar de ser efímera y fugaz como una chispa.
El autor elabora, rearma, compone, a partir de fragmentos, reminiscencias, restos de sensaciones mínimas o percepciones lúcidas. Por eso los fragmentos no tienen título, porque se van constelando en el cruce del recuerdo turbio, los momentos vividos o imaginados y las revelaciones que aparecen en la misma escritura. Presenta los modos intermitentes, fallados / fallidos en que se constituye el sujeto de la memoria. Y la poesía le da espacio a los silencios, las incertidumbres y las tinieblas que recubren lo real / pasado; lo real / presente; lo oracular de la poesía. Por eso hay acontecimiento poético.
La subjetividad lírica deja correr la cinta de Moebius de un film grabado secretamente y evidencia las grietas en la superficie del pensamiento intuyendo que hay verdades que se inventan y brillan de todos modos. La subjetividad lírica: es una caja de resonancia de los ecos de un sujeto que imagina (el que se construye en el poema), el sujeto autoral (que traduce referencias autobiográficas) y un sujeto social-simbólico que transporta elementos del mundo, trazos de época y está investido temporalmente. La subjetividad lírica refracta las voces perdidas y sus cadencias rotas.
El título del libro revela cómo en la poética de Archubi, la revuelta del tiempo cronológico y la fragilidad o precariedad de la identidad lírica, convierten el pretérito en una materia moldeable y otras lo vivido, aunque lejano es transparente y crea la ilusión de eternidad. Allí aparecen concepciones de una temporalidad proustiana, montaje imprevisto de epifanías, Kairós, Aión destronan a Cronos.
El autor, el sujeto lírico y sus resonancias también se interrogan: además de quién dice yo en el poema, cuál es el lazo o pasaje entre la poesía y la vida propia; la poesía y la vida de los otros que, convocados: pasan, cruzan o están suspendidos en las aguas de ese río caudaloso cargado de escenas o cuadros en movimiento de sucesos inenarrables, que fluyen desbordados, entre los olvidos voluntarios y los mitos privados contados para no olvidar.
Así el poeta nada, incluso contra la correntada de las aguas del recuerdo cuando debe inexorablemente apelar al yo si quiere confesar o escribir el poema al mismo tiempo que, como sujeto viviente, irrumpe central, protagónico en la memoria dispersa como si fuera un archipiélago (sugiero al lector que se detenga para ver como están distribuidas las líneas-versos en la página en blanco). Es la dialéctica incesante de lo poético: el devenir de la existencia, constante e implacable, que se enfrenta a la muerte con sus cortes y desgarraduras que la poesía atraviesa, una y otra vez, sin detenerse, abriendo más fisuras para que surjan sentidos ocultos o nuevos.
El autor sabe que poetizar implica desubjetivarse para dejar pasar los ecos de los distintos sujetos que lo habitan y necesitan retornar para que la experiencia de la poesía, del lector: “Los muñecos de la infancia quisieron susurrarme nuestra historia. / Pero estaba despertando. / Pensé: en este cuarto vacío aún no existo”
Hermana, jardín, espina se titula el libro: los sustantivos trasmutan y se vuelven metáfora viva, resurrección de los muertos, de la niñez y sus visiones lúdicas. La espina es el cuerpo de la lengua poética, la columna vertebral, el río que, subiendo, encuentra un cauce para componer un poemario fabuloso, en su doble sentido: mágico y extraordinario, “De la Nada subía la infancia. / Subía por la espina del día.”
Eugenia Straccali
Acerca del autor...
Claudio Archubi (Mar del Plata, Argentina, 1971). Doctor en Física e investigador de CONICET. Actualmente trabaja en el IAFE (Instituto de Astronomía y Física del Espacio). Mención única de honor en el concurso de poesía de la editorial Ruinas Circulares 2012 y menciones en cuento y poesía 2014. Segundo premio de poesía del Concurso de Letras 2019 del Fondo Nacional de las Artes, segundo premio en el Concurso Nacional de Poesía de la fundación Victoria Ocampo 2021, finalista en el Premio de Poesía Ciudad de Salamanca 2021 y mención de honor en el Concurso de Poesía de la editorial Vuelo de Quimera 2022. Publicó el libro de cuentos La forma del agua (ed. de la Universidad de La Plata, 2010) y los siguientes poemarios: Siete maneras de decir tristeza (Lima, 2011), Sísifo en el Norte (Ed. Ruinas Circulares, Buenos Aires, 2012), La casa sin sombra (Buenos Aires, 2014), La ciudad vacía (Ed. Trópico Sur, Uruguay, 2015), La Máquina de las alegorías (Ed. Buenos Aires Poetry, Buenos Aires, 2016), Arca rota jardín de nadie (Ed. Valparaíso, España, 2018) y Cielo al revés (Metafísica de la imagen de “Teresa” soñando el Sur) (Ed. La primera vértebra, Buenos Aires, 2020). Algunos de sus textos han sido traducidos al inglés, al portugués y al árabe.