Diario del insomnio
Diego Roel
Para Diego Roel la realidad no es “lo Real”. “Lo Real” es lo que está “del otro lado de las cosas”. El hombre, asimismo, no es de este mundo; sólo se halla exiliado transitoriamente en él -¿naturaleza caída acaso?-, como purgando alguna extraña condena.
AUTOR: Diego Roel
NÚMERO DE PÁGINAS: 40 p.
FORMATO: 21 X 13 CM.
AÑO DE EDICIÓN: 2013
ISBN: 978-987-29291-0-7
COLECCIÓN: Astrolabio
Acerca del libro...
Para Diego Roel la realidad no es “lo Real”. “Lo Real” es lo que está “del otro lado de las cosas”. El hombre, asimismo, no es de este mundo; sólo se halla exiliado transitoriamente en él -¿naturaleza caída acaso?-, como purgando alguna extraña condena. De ahí, el malestar de vivir, la incomodidad terrena de Roel, que lo impulsa a exclamar: “¿por qué no habré muerto soñando, antes de nacer?¿Por qué no habré muerto todavía?” Esta vigilia desasosegada conlleva, además, la confinación del alma en el cuerpo. El cuerpo –como bien ha dicho Horacio Castillo- es “el duelo del alma”, la forma de la que es imperioso desasirse “para poder volar en los cielos de plomo fundido del Espíritu”. El cuerpo y sus alrededores constituyen, pues, un límite más que doloroso, un vallado a sortear, por lo que el poeta, el hombre que es Diego Roel, sólo apuesta a dar un “salto infinito”, o, en el mejor de los casos, a que alguien –“mujer o ángel o demonio”- baje del cielo a rescatarlo, a sacarlo del mundo.
Apuesta no exenta de inquietud, por cierto, de temor frente a la irrupción de lo desconocido. Así, Diario del insomnio se erige como un dialogo permanente con el misterio, una búsqueda desvelada a la espera de alcanzar alguna revelación, un atisbo de trascendencia. Su lenguaje linda, a menudo, con la oscuridad, porque su propósito es transmitir las visiones que emergen del “fondo oscuro de los sueños”, hacer “visible lo invisible”, para lo cual no resultan idóneas las “palabras de este bajo mundo”.
Más allá de la experiencia mística o metafísica, como quiera llamársela, la poesía de Roel irradia belleza, si bien hay que decir que se trata de una belleza enigmática, una belleza que, a fuerza de transitar los extraños senderos de la noche –parafraseando a Georg Trakl- termina siendo perturbadora.
César Cantoni
Oscura noche cíclica
Acercarse a la poesía de Diego Roel es abrirse a una lengua extraña. Abrirse al cuerpo-mapa de lo que no tiene nombre, en un dejarse arrastrar por arriba y abajo, de costado, en busca de la significación del hombre y del mundo para tantear el aire, el fuego, las cenizas. Setenta y cuatro noches y un único Viaje, Diario del insomnio es la experiencia mística que el poeta instituye
como destino aciago, como tormenta del alma, en un abanico de metáforas paganas, irreverentes. ¿Cómo se construye el sentido de la soledad, la búsqueda del amor, el hacer visible lo invisible? Dice el poeta: Escribo como quien miente. Con culpa, con un secreto placer.
Viaje circular del sueño que se revela en un decir de resonancias oníricas. Puesta en escena de lo Inquietante, de lo Desconocido Perturbador, con versos que se enlazan para la clausura y otras veces estallan en reclamo de la Lichtung. Sin embargo, no hay luz que ilumine en plenitud.
La oscuridad del viaje pertenece al flujo inconsciente de lo innominado, de lo interior que emerge y cobija. Es profundidad inacabada. Vibran los colores, la música de las palabras, en una tela de desnudez y ornamentación. La desnudez de una luz que no deja de ser luz difusa, agonía en voz baja. La oscuridad que no deja descender a lo simplemente vano. Los versos
finales en las setenta y cuatro noches dejan al poeta: aturdido, solo, amigo de las Sombras, entre las ruinas del crepúsculo y las formas que agonizan, en un castillo de ancha sombra.
Caso particularísimo, la escritura de Diego Roel desde un tiempo que invita a perderse. No hay morada en el desarraigo de la voz que clama en la noche catorce: el cuerpo habla, nos delata. En la noche veintiuno, la Palabra-signo de la alta poesía que nuestro poeta manifiesta en su decir el amor, ordena: desvístete dentro de mis huesos. Un velo se corre en la noche veinticuatro, y desde el silencio aparecen el recuerdo y la Belleza: Madre, ahora recuerdo: en
tus caderas los veranos detenían su mano inmensa. La palabra originaria, nominadora de la Ausencia, es en su peregrinaje el intento de un salto infinito, pues un cansancio de muchos mundos se despliega.
Roberto Juarroz compara la vigilia con otro sueño: la vigilia es otro sueño/ ¿no será el sueño otra vigilia? La experiencia de la creación es la vigilia, no poder dormir. Es el abgrund de la imaginación, el salto hacia lo que pulsa: espera de lo Indecible, dicha por un movimiento vertiginoso, inquieto. Como en todo viaje, la palabra originaria es un signo indescifrado que expresa un placer inefable en caminar sin rumbo, dejándose arrastrar como en una procesión
insensata, entre gente embozada en extraños gestos.
Lenguaje que remite a una oscura noche cíclica. Metáfora en setenta y cuatro noches, expresión absolutamente rigurosa, Diario del insomnio, es la cadencia tonal de lo Indecible.
María Alicia Uriondo
Acerca del autor...
Diego Roel nació en Temperley, Provincia de Buenos Aires, en 1980. Publicó Padre Tótem / Oscuros umbrales de revelación (2004), Diario del insomnio (2005), Cuaderno del desierto (L2007), Las variaciones del mundo (2010), Los Jardines del Aire (2012), Dice Jonás (2015), Vía Lucis (2015), Kyrios (2016) Las intemperies del mar (2017) Shibólet (2018) y Kadosh (2019). Estudió Historia de las Artes visuales en la Universidad de La Plata. (U.N.L.P) Desde 2011 coordina el ciclo de lectura Cendra. Actualmente reside en Neuquén.
Presentación del libro
Te invitamos a ver la filmación de la PRESENTACIÓN DEL LIBRO, DIARIO DEL INSOMNIO.